En conferencia de un Holista me quede impactado por
una explicación que dio. Dijo algo sobre una marcha feminista llevada a cabo en
Italia en donde en protesta las mujeres llevaban pantalón de mezclilla. Explicó
que el mundo es algo así como el Yin y el Yang, donde las fuerzas son Femenina
y Masculina y que desde esos primeros movimientos feministas (o antes) se ha
ido rompiendo el equilibrio entre estas dos fuerzas tornándose la esfera mucho
más cargada y dominada por lo masculino a pesar de que cada vez las mujeres
logran más triunfos feministas. Advirtió que al estar en desequilibrio (como se
puede entender por si misma esta palabra) esto genera problemas en nuestro
mundo. Al finalizar su reflexión invito a las mujeres a retomar el gusto por lo
femenino, aplicarlo en sus vidas y disfrutarlo.
Cuando yo escuchaba esto, voltee a ver mi entorno,
estaban unos paneles blancos por paredes, una carpa blanca al fondo del cielo,
pasto quemado en mis pies con un color ocre mezclado con el ocre del suelo, las
sillas de perfil tubular negro con el respaldo y asiento azul cerúleo y sobre
estas sillas mujeres con pantalones negros, azul mezclilla, ocres, gamas de
grises, azules, con blusas en la misma gama cromática, con el cabello recogido
en una coleta o con un corte actual que les llega a media oreja, incluso alguna
con un saco negro muy elegante y moderno; en frente el conferencista con un
look pulcro, un traje azul, camisa blanca y corbata rosa pálido.
De golpe me di cuenta de lo monótono, monocromático
y aburrido que era ese espacio donde lo que más le daba vida podría haber sido
ese color rosa pálido de la corbata del conferencista y nada más a pesar de estar
en ese espacio unas cincuenta personas que en su mayoría eran mujeres.
Mi imaginación, mientras hablaba al respecto el
conferencista, me llevo de inmediato a pensar en por qué estando en el año 2013
ese lugar se veía tan aburrido, tan triste, tan estéril y la respuesta la
encontré en seguida cuando pensé en las mujeres hippies de los años 60 con sus
vestidos coloridos, con sus flores en el cabello suelto y largo, con sus
hermosas sonrisas de libertad, con floridos vestidos, con largas faldas que
hondean el espacio generando movimiento y vida en ese lugar que ahora solo se
encuentra en los recuerdos. Entendí perfectamente de lo que hablaba el
conferencista.
Cuando yo llego a comentar esto, seguro afecta el
que no sé expresarme bien, no se expresar mis pensamientos de forma ordenada,
clara, segura, convincente, rápida y concisa, pero además de esto, por otras
razones veo que las mujeres que me escuchan en seguida se ponen a buscar o
encontrar algo que no esté bien en este discurso. Se ponen a la defensiva con
suavidad innata y giran en torno a la idea de ¿Por qué tenemos que ocupar vestido
las mujeres? Esa no es la idea correcta, lo correcto es conocer a fondo y
entender el por qué se niegan las mujeres actuales a usar vestido.
Las mujeres,
para los hombres, entre otras muchas cosas -prácticamente todo- lo que no sea o
entre en la definición de “hombre” llevado a la expresión mínima de lo que es
“hombre” (singular), han sido vistas como algo inferior.
El hombre (históricamente) ha tenido la cualidad de
ser egocentrista, por su fuerza, sus habilidades, sus genes, su entorno, sus
hormonas y demás características lo que lo ha hecho sentirse por milenios el
ser más importante del universo sin importar nadie más y nadie más le puso un
alto por milenios dejando que su ego, su soberbia, su tiranía creciera y
creciera a lo largo de la existencia humana donde la mujer siguió en un papel
sumiso haciéndose grande y más grande la diferencia: el hombre creciendo, la
mujer estancándose.
En un mundo que era salvaje, en extremo violento,
las cualidades masculinas resultaban mucho más útiles que las femeninas para
sobrevivir. Esto fue progresivamente nivelándose con la ayuda de la
domesticación, de la estabilidad climática, el sedentarismo entre otras cosas
que se fueron dando hasta alcanzar un cierto equilibrio. Sin embargo, lo que no
cambió del mismo modo fueron la visión de sí mismos que tenían el hombre y la
mujer.
Sin embargo, al cambiar tanto el mundo, llegó el
momento en que las mujeres empezaron a cambiar su actitud y su visión sobre
ellas mismas, sobre su relación con los hombres.
Masculino y
femenino forman parte de uno solo. Lo masculino sin lo femenino no puede
existir y viceversa. Son mutuos. De ahí la innegable e indiscutible importancia
igualitaria de la mujer con respecto al hombre.
Sin embargo, y aquí viene lo interesante para mí: para demostrar ese nivel indiscutible de
importancia igualitaria frente al hombre, la mujer (como un conjunto) se ha
visto obligada a demostrarlo de la forma más brutalmente clara e innegable.
La forma en que lo ha venido demostrando es
haciéndole ver a los hombres que ellas pueden desarrollar exactamente las
mismas cualidades masculinas que los hombres tenemos.
Ahora se sabe y se demuestra como las mujeres
pueden conseguir la misma fuerza física media que los hombres, se demuestra
como las mujeres pueden ejercer los mismos trabajos que antes solo se creía que
los hombre podían ejercer (marinero, mecánico, taxista, militar, ejecutivo,
médico, juez, abogado, aviador, boxeador, futbolista y una lista interminable
que se ha ido viniendo abajo). Así, la
idea es echar abajo todo paradigma, dogma y doctrina que pretenda enaltecer al
hombre sobre la mujer hasta que no quede duda alguna de la igualdad de la mujer
frente al hombre, hasta que no se les reconozca ampliamente esta igualdad y
hasta que no sea llevada a cabo en la práctica a nivel mundial esta igualdad
que a mi parecer al menos se merecen y de mi parte ya la tienen.
¿Hasta cuándo tendrán que seguir luchando las
mujeres por demostrar su valía?
Esta pregunta es importante en el sentido de que
mientras no llegue ese día, el mundo seguirá trastornado con un exceso de
testosterona, con hombres orgullosos de su masculinidad y mujeres explotando la
suya; lo que sin duda genera un mundo violento, egocéntrico, tirano.
Sé que esta
lucha de la mujer es justa y necesaria. Solo deseo que termine rápido. Pues las
mujeres, en su mayoría sin saberlo individualmente, sin saberlo
conscientemente, reniegan de su naturaleza femenina, de sus cualidades
femeninas, reniegan parte importantísima de su ser supeditado para que mediante
el desarrollo de sus cualidades masculinas puedan demostrar su valía. Y
mientras esto hagan, ser felices, verdaderamente felices, les será difícil
lograrlo. Quizá esto sea lo más importante en toda esta lucha. Lo que más se ha
perdido. Lo que se está pagando con lágrimas y dolor es la felicidad femenina.
Reflexionando en mi vida, he visto como las mujeres
se han vuelto competitivas, algo que ha caracterizado a los hombres y que a
decir verdad es una estupidez esa idea del ser competitivo pues siendo sinceros
se toma casi siempre solo como una forma de demostrarle al ego su superioridad
ante los demás al ganarles. Siempre hemos sido los hombres así de estúpidos y
ahora nos imitan en nuestra estupidez innata.
He visto como las mujeres se vuelven líderes, sobre
todo en el ámbito empresarial, se vuelven las “CEO”, directoras de empresas,
con ropa de hombre (el traje) adaptado a la silueta de la mujer con el fin de
decirle inconscientemente a todos los súbditos tanto masculinos como femeninos
“Soy su jefa, pero soy igual que si fuera cualquier otro Jefe, así que
respétenme y no se metan conmigo”. El problema es que la mayoría de hombres no
saben ser líderes, solo tiranos y la mujer en su afán, copia los mismos patrones.
Ser competitivo y líder me parecen características deseables en los seres vivos
si son bien llevadas a cabo, pero no al estilo del hombre.
Y así, veo como las mujeres se cortan el cabello,
como usan pantalones elegantes y varoniles, como participan en deportes rudos,
como su actitud es ruda e incluso grosera, como aborrecen las cursilerías y
muchísimas otras cosas que son absolutamente libres de hacer.
Yo me siento bien con lo que es ser hombre siendo
hombre, me gusta mi agresividad masculina, me gusta mi fuerza, mi cuerpo, mi
instinto de ser un alpha, me gusta el boxeo, me gusta vestir de pantalón,
camisa o playera, las botas rudas, los sombreros toscos, el vello en la cara,
la torpeza en mis dedos, me gusta mi altura… en fin, me gusta ser hombre y que
dominen mis características masculinas sobre las femeninas por lo tanto y
entonces significa para mí que me acepto como lo que soy: un hombre con todo y
sus respectivas cualidades y defectos. Entonces, pienso de nuevo en estas
mujeres y eso me hace sentir que inconscientemente niegan su feminidad; Lo que
me preocupa es que no la disfrutan, no digo que deben ser completamente
femeninas y mucho menos todo el tiempo, lo
que digo es que al igual que los hombres gozamos de nuestra masculinidad, veo
que las mujeres no gozan de los privilegios de ser mujer, no gozan de su
feminidad. El problema no es que disfruten de sus características masculinas,
el problema es que han dejado de disfrutar de sus características femeninas.
¿Qué pasa si una mujer se viste de futbolista? ¿Qué
pasa si una mujer ocupa unos tenis de hombre? ¿Si se corta el cabello? ¿Si se
pone musculosa? ¿Si boxea? ¿Si es la directora de una empresa enorme? ¿Si se
reduce el busto? Estoy seguro que las respuestas a estas preguntas resultan en
un “no pasa nada” e incluso resultan, en las mujeres, en un sentirse ofendidas
con la presentación de estos planteamientos diciendo: “¡eso es un pensamiento
machista! ¿Por qué las mujeres no podrían hacer eso?” Creo que esto es algo
actualmente más allá que superado y común, tanto que la mayoría de hombres
pueden decir “yo no tendría ningún problema con andar con una mujer así”; pero
ahora piensa ¿Qué pasaría si de pronto vemos a un hombre con zapatillas en la
calle? Solo eso, un hombre vestido normalmente con zapatillas bonitas rojas por
la calle ¿Qué pasaría? ¿Qué pasaría si vemos a otro hombre con maquillaje?
Igualmente todo lo demás normal, con un traje de caballero y maquillaje ¿qué
pasaría si vemos un hombre con falda? ¿Qué pasa si vemos un hombre con el
rostro modificado quirúrgicamente para parecer femenino? ¿Un hombre con un
aumento de pectorales a senos? ¿Con labial? ¿Con cabello largo? Ahora estoy
seguro que no todas las respuestas a estas preguntas resultan en un “no pasa
nada” e incluso resultan en un sentimiento de desagrado hacia esos hombres ¿no
crees? Un pensamiento de “¡eso es raro! ¿Por qué un hombre haría eso?” Ahí no
hay igualdad de ideas ¿te das cuenta? No lo vemos como normal, pero aun así
habrá mujeres quienes digan: “bueno, por mí creo que no tendría problemas en
que existan hombres así, no le veo nada malo, cada quien es libre de hacer lo
que quiera” pero no creo que ni un 1% de esas mujeres digan: “yo podría andar
con un hombre que usa vestidos e incluso casarme con el” “yo no tendría ningún
problema con andar con un hombre así” “podría casarme con un hombre que le
guste usar labial”.
Y entonces recuerdo cuando me he dejado el cabello
largo, almaceno con gusto el cómo con ese simple hecho varios hombres, amigos, tíos,
primos, se han burlado de mi hombría, cómo me decían: “pareces niña” “ahí va la
mujercita” “Hola guapa”, no olvido cómo la primera vez a mi padre le parecía
tan fastidioso mi cabello largo, cómo para él representaba un ataque directo a
la disciplina, al comportamiento hacia ser un hombre adulto e incluso otros
pensamientos que no se atrevía a decirme por lo que le incomodaba mi cabello;
recuerdo por otro lado a algunas mujeres que también se reían de mi melena,
como la veían diciéndome lo poco atractivo que les parecía eso, lo nena que me
hacía ver, que nunca andarían conmigo mientras anduviera así y eso que solo
hablo de dejarse el cabello largo.
Nada de lo anterior hace a una mujer: mujer y a un
hombre: hombre, son solo atributos culturales, sociales, históricos, físicos, pero
nos parece muy extraño que un hombre cruce estos atributos porque los hombres
estamos (la mayoría) -como ya dije- contentos con ser hombres y contentos con
el papel que tenemos en la sociedad y nuestros atributos culturales, sociales,
nuestro vestido, nuestro corte de cabello que más allá, refleja esas raíces
profundas que tenemos los hombres echadas en nuestra naturaleza masculina. Por
el otro lado vemos que nos parece normal que una mujer cruce estos atributos
porque las mujeres están (la mayoría) –como ya dije- descontentas con ser
mujeres y el papel que tienen en la sociedad, descontentas con sus atributos
culturales, sociales, su vestido, su cabello largo que más allá, refleja esas
raíces rotas que tienen las mujeres con respecto a su naturaleza femenina.
Seguramente esto que voy a escribir a continuación,
no les parezca importante y a decir verdad: ¡no lo es! (para ustedes).
Yo deseo que pronto se les trate dignamente a todas
las mujeres. Deseo que a la brevedad posible los hombres de todo el mundo
aprendamos a respetarlas, a tratarlas como iguales reconociendo sus
características propias (lo identitariamente femenino). Deseo que esta lucha tan valiente de la mujer por recibir lo que se
merece: Reconocimiento, amor, dignidad; llegue pronto a su fin. Deseo que
las mujeres encuentren paz. Que todas las mujeres y entre ellas mi futura
esposa, sepan aceptar de nuevo su feminidad y estar en íntimo contacto con ELLA
y sentirse orgullosa de ello mientras se le salen lagrimas por los ojos y no
mientras grite como gorila entrajado: “SOY LA NUEVA DIRECTORA DE ESTA COMPAÑÍA
Y ME SIENTO ORGULLOSA DE SER MUJER, ¡A HUEVOOO!, VAMONOS A VER EL REAL MADRID
VS MANCHESTER, YO INVITO LAS CHELAS”.
Me pongo a pensar en esos pueblos pobres,
retrasados, machistas en que vi niñas sonrientes tan bonitas con sus vestiditos
con flores, con puntitos de colores, con moñitos, con zapatitos danzantes adornados
con corazones y más flores, con un listón rosa en el cabello, cuando no lo
traen largo y suelto, con una vulnerabilidad enternecedora que en conjunto
hacen a esos pueblos tan pintorescos, tan mágicos, tan bellos. Luego pienso en
las niñas de ciudad con sus sobrios vestidos en blanco y negro, su cabello
impecable, inamovible, tenso con un adorno elegante, con su refinada educación
que las convierte en unas eternas regañonas de todo lo que hace su hermano
menor mientras muestran un rostro serio como la educación y disciplina de un
prestigioso colegio. Esas niñas hermosísimas con piel de cerámica pues casi no
las toca el vulgar sol, rey de los pobres y campesinos, calamitosa causa del
bloqueador solar que tienen que usar estas pequeñas, mientras pequeñas
permanezcan, pues cuando ya tengan una sesuda carrera hecha y quizá una
maestría o doctorado ya no solo bloqueador será necesario.
Deseo ver el mundo entero colorido de nuevo,
coronado por las sonrisas despreocupadas y sinceras de las mujeres que porten
con gusto vestidos sueltos, faldas de colores, bordados, encajes, holanes,
listones. Deseo ver el mundo iluminado por la feminidad de las mujeres. Deseo
ver el mundo con mi madre con el cabello largo de nuevo. Deseo ver a mi hermana
con un vestido bonito y suelto. Deseo ver a mi abuela caminando de nuevo con
sus faldones que se negó a dejar por pantalones aun cuando más apretaba el
frío, hasta que un día dejo de ser capaz de ponérselas de nuevo.
¿Dónde están mis abuelas con trenzas largas? ¿Dónde
está el corazón de las mujeres de mi hogar? ¿Dónde quedo la suavidad de sus
palabras, de su piel? ¿Y la ternura de sus dedos, de sus besos, de sus brazos?
¿Dónde quedo el pecho de mi madre que era el único refugio cálido que secaba
mis lágrimas? ¿Dónde quedó ese color que le daban a mi vida, las mujeres de mi
vida? ¿Dónde quedó la primavera luego?
Todo quedo enterrado en las tumbas cavadas
bruscamente por los hombres necios.
Discúlpenme mujeres si en mi torpeza e
insensibilidad las he llegado a lastimar.
Me disculpo públicamente con mi abuela que ahora se
disputa entre la vida y la muerte, me disculpo por las quinientas veintisiete
canas que le nacieron por mis necedades, mi desobediencia.
Me disculpo con mi madre por las siete mil cuatrocientas
sesenta y tres canas ya ordenadas que le surgirán por mi necedad, groserías,
caprichos, berrinches y demás.
Me disculpo con mi hermana por lo grosero e
insensible que he sido con ella. Me disculpo con mis primas y tías. Me disculpo
con mis amigas. Me disculpo con las mujeres de toda, toda mi vida por todo lo
que les haya hecho y que preferiría no hubiera hecho jamás.
Una disculpa por todos los hombres que hemos herido
a las mujeres y por todo el daño que les hemos hecho. En verdad: no sé en que
pueda servir esto o si sirve de nada, pero en mi nombre y el de todos los
hombres: LO SIENTO MUCHO MUJERES.
Si existe un libro honesto, sincero e infalible que
puedo escribir, seguramente llevaría por nombre: “Un millón de consejos
infalibles para herir a una mujer, un grupo de mujeres o a todas en general”.
Por cierto, ¿saben en que se distinguen los
terroristas de las mujeres? En que con los terroristas al menos se puede
negociar jejeje es chiste es chiste solo bromeaba en verdad, ¿A dónde van
mujeres? ¡Esperen! ¡Esperen! Era… era broma. Sabía que no tenía que escribir
este párrafo L
discúlpenme ¿no lo podemos negociar? ¡Hey!!! ¡No! ¡Esperen!!!
Jajaja parecerá en broma pero hasta el día de hoy
van al menos 2 mujeres que no me han vuelto a dirigir la palabra y no pude
negociar con ellas. Una: por mis bromas tontas y su tonto malhumor, la otra
entra en la categoría de lo que los hombres conocemos como “El infinito universo de lo eternamente incomprensible para el hombre
del actuar de una mujer”.
Ya hablando en serio, sí, soy un tonto pero esas
bromas que puse no van en serio y no contradicen nada de todo lo que sí puse en
serio. Solo lo puse como para relajar un poco el texto ;) después de todo, en esta vida, en este universo, para mí, no hay nada
más hermoso que las mujeres: desde mi abuela, mi madre, mi hermana… hasta
llegar a ti. Mi celular es el 595104… ¡Call me! ;)
8-9/03/2014.
Frases póstumas:
La lucha actual
de la Mujer es ser igual al hombre. La futura lucha de la Mujer será por ser de
nuevo Ella. 13/03/2014.